jueves, 27 de septiembre de 2007

El "ego emocional" y las banderas

No voy a hablar del apellido de un conocido actor, sino de un “conflicto” que hoy está presente en los medios de comunicación, con el objeto de analizarlo bajo la luz de la psicogenealogia.
Según lo que se y a riesgo de equivocarme, toda bandera es un símbolo que sirve para aglutinar a personas que comparten un mismo “sentimiento”. Un símbolo de identidad, de pertenencia, respecto a un determinado grupo social o cultural... Desde el momento en que el hombre se agrupó en comunidades, sintió la necesidad de elegir algún signo que le distinguiese de las demás sociedades. Este símbolo, que inicialmente cumplía una mera función diferenciadora, pasó rápidamente a estar dotado, cada vez más, de una gran carga emocional, materializándose en él los ideales de cada una de las agrupaciones humanas.

Desde un principio y hasta hace muy poco tiempo, la bandera ha sido un instrumento militar, que se llevaba al combate con una triple finalidad:
-Ceremonial: Dice a los demás quien es quien.
-Práctica: Marca la posición del jefe y sirve de referencia para realizar las maniobras en el combate.
-Espiritual: En la tela se representan los símbolos de aquello que se quiere defender, la razón de ser de esa fuerza.

Es posible que tras una bandera, o un escudo de armas, sean del color que sean, se escondan sentimientos narcisistas (de pertenencia). Como ejemplo tenemos la bandera de los EEUU, tras ella está el sentimiento de ser los más grandes. Estados Unidos actúa como un imperio que quiere que el mundo entero sea su espejo.

En otro orden de cosas, alguna vez hemos escuchado la frase del seguidor de un equipo de fútbol que dice con orgullo: “estos son mis colores”…referidos a los de su equipo. Con frecuencia, es seguidor del mismo equipo que su padre, o su hermano. Esos colores representan la “bandera del linaje del padre” a la que nos sometemos con el objetivo de ser aceptados…
La cadena de repeticiones está en marcha: padre futbolero, hijo futbolero…

Continuemos con el ego emocional, que nos habla de sentimientos y nos conecta con el corazón. Ego que en el árbol genealógico está relacionado con nuestros abuelos y sus hermanos… (Aconsejo conocer en profundidad quiénes fueron nuestros abuelos y lo que les tocó vivir…)
Al igual que evaluamos las ideas, para conservarlas o deshacernos de ellas según su grado de utilidad y belleza, también debemos examinar nuestros sentimientos para ver si son auténticos o no. Todo sentimiento que nos lleve a la guerra y a la confrontación es algo de lo que deberíamos prescindir. Los sentimientos auténticos son aquellos que nos conducen a la paz
Cuando un símbolo se convierte en objeto de confrontación, estamos frente a un sentimiento “loco”… y poco importa la forma de ese símbolo ya que estará introduciendo elementos tóxicos en nuestra vida.

Las banderas están muy presentes en el mundo del deporte, tras cualquier deporte de élite se esconde una bandera. Incluso cuando Fernando Alonso gana una carrera de fórmula uno, al ver ondear la bandera nacional llegamos a decir que hemos ganado… Hay algo incestuoso en esos sentimientos, cuando nos emocionamos con los mismos estímulos
Añadiremos que competir es algo que no puede conducir a la paz, a diferencia de compartir que parece un camino mucho más adecuado.
Hay mil formas de utilizar una bandera, pero será bueno que veamos lo que se esconde detrás de una defensa, o de un ataque visceral, hacia ese símbolo.

Volviendo sobre el árbol genealógico, Marianne Costa comenta que en este nivel debemos preguntarnos, ¿qué heridas necesitaban reparar conmigo?
Lo que el árbol calla son los secretos, las heridas, los duelos no realizados. Toda herida provoca un lazo.
Otra pregunta que debemos hacernos: ¿qué relaciones me da mi árbol genealógico y de cuáles me excluye?
-Preguntas y más preguntas…

Dentro de nuestra familia lo que queremos es estar conectado con lazos positivos con todos los miembros.

1 comentario:

Estrella dijo...

...qué tremendo cuando esas emociones locas llevan al hombre a matar, yo diría que casi hipnotizados por nudos narcisistas fabricados con los hilos de sus mismas banderas.

Escucho de fondo a Jorge Drexler y su "Milonga del moro judío":

(...)

No hay muerto que no me duela,
no hay un bando ganador,
no hay nada más que dolor
y otra vida que se vuela.
La guerra es muy mala escuela
no importa el disfraz que viste,
perdonen que no me aliste
bajo ninguna bandera,
vale más cualquier quimera
que un trozo de tela triste. (...)

Espero que llegue el día en que el planeta entero eleve el nivel de consciencia y nos sintamos todos habitantes del Universo.